los gatos del mercado central de arica

Posted on octubre 30, 2012 por

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[Arica, Chile] [Las aventuras y desventuras de los gatos del Mercado Central. A estos no los encierran, no los pasan por liebre, no les ponen el cascabel ni les buscan la quinta pata.]

El «Pochito» es el más diablo. Tiene la cola quebrada. Parece un garfio. Pero es por lejos el más regaloneado de toda la florería. Por algo es de los pocos que fue beneficiado con un nombre.
Rodeada de pétalos y arreglos florales, «La negra Eliana» se pasea coqueta por todo el Mercado Central. Ella es la reina, la madre de la mayoría de los felinos que habitan el antiguo edificio de calle San Marcos, por ende, se le debe respeto.
Siempre anda con la lengua afuera y es la única que tiene la personalidad para acercase a los humanos que pasan por el lugar.
Más allá juegan los pequeños de la última camada de la gata azabache. Se muerden las orejas y se contorsionan con la flexibilidad de un espagueti mojado. Su alegría es aplacada de pronto por el «Cabezón», un macho que impone orden y respeto sólo por su tamaño y su cara de pocos amigos.
Es la hora de tomar su siesta y no quiere que lo molesten. Da un par de vueltas en busca de un acomodo matemáticamente calculado. Se enrosca y cierra los ojos. Los gatitos reanudan su juego.
Al «Romano» de la florería lo quemaron con agua caliente. Por culpa de eso es que ahora respira con seis vidas. Su cola lampiña evidencia la brutal experiencia. Al parecer no todos los bípedos gustan de compartir su espacio vital con los mininos del mercado y ya es sabido lo que pasa cuando se juntan los gatos y la curiosidad.
Aun así, el «Romano» no guarda rencor y ronca con ganas cuando una mano humana lo acaricia.
En el lugar habitan al menos una veintena de felinos. Los locatarios saben que siempre ha sido así. Son parte del paisaje y de no ser por ellos el lugar estaría plagado de ratones haciendo fiesta. Eso lo tienen claro sus defensores, pero sus detractores alegan que su manera de marcar territorio no es muy ortodoxa.
Una mano amiga interrumpe el letargo diario con un abundante plato de comida traída directamente del restaurante.
En el restaurante del mercado vive otra familia. La segunda familia del «Cabezón», quien es amo y señor del lugar. La matriarca allí es «avatar».
Entre las dos colonias gatunas se hace imposible usar los dedos de las manos para censarlos, pero quienes cuidan de ellos notan de inmediato la ausencia de alguno. La que más sabe de esto es la señora Rosa Penrroz, dueña de la florería y defensora de la mayoría de los cuchos del mercado.
Y es que todos tienen al menos alguna característica o historia que los convierte en únicos. Tal es el caso del famoso gato hermafrodita, que pese a ser bien machito sorprendió a todos cuando parió su primera camada.
Sin querer, los gatos se han ganado un lugar en este edificio y aunque no tienen mucho espacio en el corazón de muchos locatarios, quiéranlo o no, ya forman parte del patrimonio de este clásico lugar.
La matanza indiscriminada de los felinos del mercado ha provocado que algunos inquilinos cubran de su bolsillo los gastos de esterilización. Dando una cátedra de respeto y evidenciando que la tenencia responsable es la solución a un problema que no le compete sólo a los amantes de los animales sino también a la autoridad.
30 de octubre de 2012
©estrella de arica

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