qué a va pasar con los chimpancés

Posted on diciembre 30, 2011 por

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[Reconocimiento del chimpancé como especie emparentada con los humanos podría remodelar la investigación. Cancelan subsidios de investigación con animales de laboratorio, incluyendo a los chimpancés. Pero especifican condiciones en que esas investigaciones pueden proseguir.] Lo leímos en The New York Times, y tradujimos:

 [James Gorman] Cuando el doctor Francis S. Collins, director de Institutos Nacionales de Salud (INS), anunció el jueves que el gobierno pondrá fin a los subsidios de investigación con chimpancés, fue, en cierto sentido, un momento familiar en Washington.
Estaba respondiendo al informe de una comisión anunciando que formaría otra comisión –un grupo de trabajo- para determinar cómo implementar las recomendaciones de la primera. Y como sabe todo el mundo en Washington, o en Bethesda, hay tantos modos de implementar las ideas de los expertos como hay ideas de expertos.
Sin embargo, en otro sentido, este fue un importante paso. Los INS son la fuente de un río de dinero que fluye hacia los laboratorios en todo el país en los que millones de animales son, para utilizar las palabras de la vieja canción de Arlo Guthrie, “inyectados, detectados, infectados” y algunas cosas más, todo por la causa de un mayor conocimiento y alivio del sufrimiento humano, por supuesto.
Aquí estaba la persona que preside sobre este torrente de dinero hablando sobre los animales de laboratorio como si estos estuvieran a punto de incorporarse a la comisión de los INS. “Los chimpancés son nuestros parientes más cercanos en el reino animal”, dijo, y como tales merecen “especial consideración y respeto”. Sonó casi como si estuviera hablando sobre un tratado con otro país antes que una decisión sobre el uso efectivo de un “recurso”, que es el lenguaje que se usa a menudo para describir a los animales de laboratorio, incluyendo a los chimpancés.
Así que, aunque sería un error esperar demasiado de la postura de Collins, sería erróneo no esperar nada. La moratoria sobre los subsidios es real, y el reconocimiento público de un animal de laboratorio como un pariente tiene peso. Las palabras públicas tienen efectos políticos. Pensemos en el modo en que los funcionarios describen a otros humanos: combatientes por la libertad, terroristas, aliados, enemigos, malvados. Ninguna otra especie analiza sus declaraciones públicas tan meticulosamente como nosotros.
El informe que provocó el anuncio de Collins provino del Instituto Nacional de Medicina, una de las Academias Nacionales. Fue encargado por los INS para evaluar la necesidad de utilizar chimpancés en las investigaciones. Está bien escrito, como habitualmente lo están los informes, y sus intenciones son tan claras como las de Collins. Pero también sugiere el peso y complejidad de las palabras y cómo afectan la decisión sobre si inyectar o no a un chimpancé.
El informe fija los criterios sobre cómo decidir cuándo es necesario usar chimpancés en la investigación biomédica, y en las menos invasivas investigaciones cognitivas, de conducta y genómicas. Para los experimentos biomédicos, declara que no debe haber otro animal o método de laboratorio disponible para la investigación y que debe ser poco ético hacer investigación con humanos. Y renunciar al uso de los chimpancés debería “retrasar de manera importante o prevenir importantes avances para prevenir, controlar o tratar condiciones debilitantes o que amenacen la vida”. Las últimas palabras cubren tanto terreno que exige que se la vuelva a leer varias veces para ver qué avances no incluye.
Los criterios se ponen todavía más pegajosos cuando se aplican a casos específicos, como quedó en claro con la consideración de la comisión de una línea de investigación, el intento de desarrollar una vacuna preventiva para el virus de la hepatitis C, o HCV. La infección crónica con el virus es la razón más frecuente de las deficiencias hepáticas y de los trasplantes de hígado. Más de tres millones de estadounidenses, y 130 de los 170 millones de personas en todo el planeta, han contraído el virus de la hepatitis C. Cada año se infectan diecisiete mil estadounidenses más.
Algunos experimentos sobre la seguridad y eficacia de vacunas potenciales contra la HCV se pueden realizar solamente con humanos o con chimpancés porque son las dos especies que son afectadas por el virus. Cuando se trató de saber si los chimpancés eran necesarios para las fases finales del experimento, los miembros de la comisión no lograron ponerse de acuerdo. Empataron, cinco contra cinco.
La comisión no se pudo poner de acuerdo en si era necesario hacer una prueba final con los chimpancés antes de que se tratara en humanos una vacuna contra la HCV. La vacuna podría ser aplicada directamente en humanos de grupos de alto riesgo, que serían entonces supervisados en el tiempo. Pero eso tomaría años, y la mayoría de las nuevas infecciones en los países desarrollados las han contraído drogadictos intravenosos, que no constituyen un grupo de la población fácil de supervisar y que representa sus propios problemas éticos. El informe no menciona este problema en particular, pero no puede uno dejar de preguntarse cómo definir “consentimiento informado” cuando el sujeto del experimento es un drogadicto.
Los chimpancés podrían ser vacunados y luego infectados aposta con el virus para probar la seguridad de la vacuna y ver cómo funciona. Pero no se pusieron de acuerdo, no sobre la formulación sino sobre si la fisiología del chimpancé se parece lo suficientemente a la humana como para proporcionar informaciones sobre la seguridad y la eficacia y sobre si una prueba semejante con chimpancés aceleraría o no el proceso de investigación.
Las decisiones sobre el otorgamiento de subsidios de investigación serán muy complicadas. Quién decide y cómo se redactarán las reglas harán la diferencia sobre si y cuándo se podrán utilizar chimpancés en la investigación. El presidente de la comisión del Instituto de Medicina, Jeffrey Kahn, bioético de John Hopkins, dijo que esto era esencialmente un “desacuerdo sobre los hechos”, sobre la ciencia, no sobre qué política implementar. Pero también giraba sobre la redacción.
Los miembros tenían que considerar si el uso de chimpancés “retrasaría de modo significativo” un avance importante y, si fuera así, cuánto retraso sería considerado importante.
Otras partes del informe fueron interpretadas de modo diferente por personas con diferentes intereses. El informe dice, por ejemplo, que se podrían necesitar más chimpancés en el futuro, lo que podría ser interpretado como sugiriendo que se podría necesitar la cría de chimpancés, incluso pese a que los INS han decretado una moratoria sobre la crianza. El doctor Thomas Rowell, director del Centro de Investigación New Iberia en Luisiana, dijo que la mención del informe de futuras necesidades “respalda nuestra decisión de no esterilizar a todos los animales bajo nuestro cuidado, posibilitando así la producción de animales para usos futuros”.
Esta no es una discusión hipotética. New Iberia tiene sus propios chimpancés y otros de propiedad de los INS, y allá continúa la crianza, a veces con chimpancés de los INS. Rowell dice que la crianza caía dentro de los términos de contrato del centro porque este se encargaba de las crías y su mantención.
Interrogado sobre los problemas que pensaba que el grupo de trabajo tendría que aclarar, mencionó uno relacionado con humanos –la exigencia de que si se va a usar chimpancés, debe ser poco ético o imposible utilizar a humanos.
“Gran parte de nuestro trabajo”, escribió Rowell en un email, “se hace porque la FDA [Administración de Alimentos y Medicamentos] no permite que se administren drogas o vacunas a humanos sin examinar previamente los resultados en especies relevantes.
“¿Quién decide cuándo será ético utilizar a humanos en los experimentos?”
Obviamente, el grupo de trabajo. Y luego cualquiera que sea el encargado de implementar la implementación de las primeras recomendaciones de la comisión.
30 de diciembre de 2011
19 de diciembre de 2011
©new york times
 cc traducción c. lísperguer